lunes, 22 de marzo de 2010

Imaginación y Arte Conceptual

Para el artista norteamericano Robert Barry (1936) el arte es inmaterial. No es un objeto. Es un proceso mental, igual que el espacio donde sucede. La obra de arte no requiere agregar objetos al mundo, donde ya hay suficientes. La clave está en afirmar su existencia en términos de espacio y tiempo, y la cuestión central es la experiencia o  el simple imaginar. Llevó sus experimentaciones al límite de inaugurar muestras en galerías cerradas. Es decir, la muestra duraba el tiempo que la galería estaba cerrada; al abrirse la galería, la muestra cerraba. Eran finales de los 60, el arte conceptual se consolidaba como un movimiento de dimensiones mundiales.
Barry estudió bellas artes en Nueva York, y como todo estudiante comenzó con las líneas pictóricas clásicas, pero a medida que fue avanzando no tardó en alistarse a las banderas de las corrientes conceptuales. Se inclinó hacia el arte lingüístico: la palabra supera y anula la imagen para exponer temas complejos. Un ejemplo de ello es su obra Prospecto (1969), que consiste en una entrevista publicada en el catálogo de la misma. Los conceptos que volcaba en esas páginas servían para desarticular y reinterpretar los espacios de exposición. Pero su obra más emblemática es la famosa Pieza telepática (1969), donde el artista pretende llevar aún más lejos su interpretación del arte, “durante la exposición voy a tratar de comunicar telepáticamente una obra de arte, cuya naturaleza es una serie de pensamientos que no son aplicables al lenguaje o a la imagen”, anunciaba Barry. Los espectadores completaban a discreción. 
Su postura tambien lo acercó al arte efímero. En Serie de gases inertes (1969), Barry soltó a la atmósfera un litro de krypton sobre las palmeras de Beverly Hills, xenón en las montañas, argón en las playas y helio en el desierto. Para cada uno de los gases hubo una fotografía, con resultado invisible, evidentemente. El concepto fue generar un microsistema artístico efímero, inmaterial e imperceptible a la vista.
El nombre de Robert Barry tomó relevancia durante los 60- 70, después se fue diluyendo hasta convertirse en un artista de culto, citado en enciclopedias y diccionarios especializados. Material para curiosos e investigadores. Actualmente, vive y trabaja en Nueva Jersey.

jueves, 18 de marzo de 2010

Experimento Imagin-a V. Ejercicio creativo sobre El Lugar de Tránsito o bloqueo a la neurosis en el acto creativo: El viaje: aventura

Audiovisual sobre logotipo de Imagin-a, por Salvador Aliaga.


"Un tránsito, un cambio, un nuevo camino, el misterio, nuevas técnicas, nuevos retos, reinventarse, transformarse, en fin, la vida..."

lunes, 15 de marzo de 2010

Experimento Imagin-a VI: Petición y demanda

El psicoanálisis establece una clara diferencia entre estos dos conceptos. La demanda es una expresión inconsciente del deseo que no tiene límite, siempre se encuentra más allá de la petición. Es lo que se expresa o se pide al otro sin tenerlo en cuenta, sin empatizar con sus necesidades . Está relacionado con el capricho. La petición, en cambio, está relacionada con la sublimación del deseo, es decir, cuando con mi expresión convierto mi deseo en algo capaz de tener un espacio en el Otro, capaz de ser reconocido y valorado socialmente, fuera de mí.
La demanda exige sometimiento, no obediencia (Cyrulnik, 2009, p.138) y nunca debe ser satisfecha. Al concederla (bien sea al otro o a nosotros mismos) nos despersonalizamos, y evitamos al otro que nos tenga en cuenta, pero al perder nuestra entidad nunca vamos a saciarla. Para el que la realiza, la demanda nunca será suficiente, su deseo queda suspendido en la falta de alteridad (al otro lado no hay nadie, sólo un espantapájaros, dice Cyrulnik). En cuanto a la creatividad, por tanto, la demanda afecta obturando el deseo, lo colapsa, la persona se angustia, no sabe lo que pedir, hacia dónde dirigir su acción,  no sabe lo que necesita, y la creatividad se bloquea.
En la petición, el mensaje, la expresión del deseo está limitada claramente, en las necesidades del otro, la falta se sublima, produce Otra cosa que viene en el lugar de la Cosa, algo que hace presente la ausencia de objeto faltante, al tiempo que paraliza su búsqueda incesantemente en el Otro. El deseo en este punto está fluyendo y es el motor que lleva a la creación.
Toda creación es un deseo sublimado, y la verdadera sublimación no implica a la demanda sino al deseo.
La misma dualidad la componen el concepto de goce y placer propuestos por Lacan. La satisfacción de demanda da lugar al goce, donde el individuo se estanca, pierde su libertad. Mientras que la realización de la petición, el acto de sublimación, conduce al placer, que es liberador.
El placer sólo se encuentra en la creación sublimada, nunca creando en lo real, es decir, nunca tratando de buscarla fuera, sino cuando somos capaces de convertirla en una propuesta, en algo que sale de uno mismo hacia fuera.

(El análisis fílmico de Chèri y Nine anteriormente expuesto, puede aportar más pistas a la clarificación de estos conceptos)



Bibliografía de referencia:
-         Freud, S., Obras Completas, Tomo 14, Pulsiones y destinos de pulsión (1915), Amorrortu, Bs. As., Argentina, 1988.
-         Lacan, J., El Seminario 7 (1989), Paidós, Bs. As., Argentina, 2000

Chéri y Guido. Una mirada psicoanalítica sobre la glotonería neurótica en dos versiones masculinas incorregibles: a la francesa y a la italiana.

Por Esther Marín Ramos(Para leer, ampliar pantalla completa, abajo, izq.)
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Experimento Imagin-a V. Ejercicio creativo sobre El Lugar de Tránsito o bloqueo a la neurosis en el acto creativo: La trama de Drexler

Una canción, un álbum dedicado al tránsito... de Jorge Drexler, colaboración de Lluís Raga para Imagin-a


sábado, 13 de marzo de 2010

Experimento Imagin-a V. Ejercicio creativo sobre El Lugar de Tránsito o bloqueo a la neurosis en el acto creativo: PRESENCIA

Texto dramático de José Sanchis Sinisterra, interpretado para Imagin-a por:
Juba Child, Aida Aparici, Josefina Pastor y Miguel Collado

Cuando me vaya de aquí, dentro de un momento, cuando me haya ido completamente, me echaréis de menos.
Ahora os parece poca cosa mi presencia aquí, sin duda.
Los tramoyistas han desmontado el decorado, se han llevado los muebles, el atrezzo, los trajes.
Esto casi no es luz, comparado con los espléndidos resplandores de hace un rato, los sutiles juegos de color y sombra.
El escenario os resulta desnudo, vacío, inhóspito. Una caverna desalmada, una oquedad dormida, ¿no es verdad?
Y sin embargo, aún quedo yo, y eso ya es mucho.
Os hablo, me muevo, estoy.
Y aunque me calle, aunque me inmovilice, seguiré estando, y esto ya es mucho.
Cuando me vaya, os daréis cuenta.
Porque no sólo habrá nada: habrá, además, mi ausencia.
Y, dentro de muy poco, esta pequeña ausencia será enorme: diez o cien veces más caudalosa que mi presencia ahora.
Y mi silencio, más fuerte que mis gritos más fuertes: será un clamor atronador aquí, en mi ausencia.
Ahora bajo la voz, os hablo en un murmullo casi inaudible, abro-grandes-pausas-entre-mis-palabras, digo palabras pobre, casi insignificantes: que, él, pared, tilde, secar… Y sin embargo, ¡qué apoteosis del sentido recordaréis después, con añoranza!
Os doy la espalda, muevo apenas un dedo, el más pequeño, salgo casi de escena.
Bien poca cosa es lo que os ofrezco así, me temo.
Pues, con todo y con eso, estoy seguro: ¡Qué plenitud de vida y sensaciones, qué espectáculo habréis visto, cuando me vaya, dentro de un momento, cuando me haya ido completamente!