Desde el psicoanálisis Freudiano nuestro comportamiento cambia en base al deseo inconsciente. El deseo es identificado como falta, en cuanto que siempre deseamos aquello que no tenemos. Deseamos algo y cuando lo hemos conseguido, cuando ya no nos falta, el deseo se acaba, de manera que volvemos a movernos hacia otro deseo, hasta que de nuevo deja de faltarnos. Este movimiento pendular, obsesivo, de insatisfacción constante, de quererlo todo, de buscar la perfección, no permite hacernos nunca sentir bien, si no es de manera muy fugaz. La idea de que el cambio siempre se produce para mejor es una ficción gozosa, y nada más lejos de la realidad, que tiende a funcionar en dirección inversa. Por eso Freud, la teoría psicológica posterior y los avances neurológicos actuales, señalan la necesidad de desarrollar las capacidades necesarias para desengancharnos de esta tendencia natural del comportamiento psíquico, que ha sido llamada neurosis.
La única manera de mitigar (porque nunca desaparece del todo) la neurosis, es estableciendo unos límites propios a este comportamiento pendular. Adquirir consciencia de cómo afecta nuestra vida y de sus consecuencias, y luego asumir la responsabilidad de acción sobre él. Por eso, el psicoanálisis señala que todo deseo, para llegar a ser disfrutado, para que nos lleve realmente al placer -no efímero, sino profundo- pasa por asumir la falta. Aceptar que algo siempre te va a faltar, hagas lo que hagas, y que todo deseo conlleva unos límites, o lo que es lo mismo, unas pérdidas. Cómo establecer estos límites es la clave, y el gran problema. Fisiológicamente, nuestro organismo está habituado a las sustancias químicas que refuerzan sus dependencias, y acabar con ellas requiere no sólo determinación, sino también práctica, ya que sin experiencia no culmina el aprendizaje.
En la sesión de hoy trabajaremos este aspecto con ejemplos y propondremos un ejercicio creativo que ofrezca salidas a él.
Es interesante conocer los mecanismos de la propia consciencia. Y con base a este conocimiento aprender a "manipular" nuestras proias carencias. Siento en primera persona el proceso de los deseos alcanzados. Pero también quiero sentir en primera persona lo de dejar de ser dependiente de ésa búsqueda. Más que nada, sobretodo para aprender a disfrutar de lo antes conseguido. Lo contrario de eso, me parece inmadurez. Y una trampa del subconciente.
ResponderEliminarJ. Childs.
Cómodamente sentada, a la expectativa del desarrollo del taller, la primera imagen que me suscitó el texto es aquella en la que un niño carga con toda su energía para conseguir lo que a toda costa lo que quiere, una vez obtenido y fugazmente disfrutado,redirecciona su foco de deso.Es una satisfacción a costo plazo, lo quiero y lo quiero ya.
ResponderEliminarLa segunda fase fue la de identificación (sorpresa, hay "algo" de eso en mí!!) y una puerta se abrió hacia un espacio lleno de preguntas (en qué grado, tengo las herramientas para establecer el control, es lo mismo que ser caprichosa, se aplica a la búsqueda de satisfacción material y emocional...uff) y por tanto, de retos “asumir la falta para valorar lo que se tiene”.
Veo que habéis captado la idea muy claramente. Siempre hay una falta inconsciente que nos lleva a seguir buscando obsesivamente, a pesar de haber llegado ahí donde queríamos, insatisfechos siempre, sin apreciar lo conseguido. Apartar nuestra mirada de esa falta y dirigirla hacia lo que tenemos es hacernos mayores.
ResponderEliminarMe alegro.. A mí también me ha hecho reflexionar mucho la pasada sesión, creo que es muy acertado tratar estos temas así, en detalle, para integrarlos poco a poco. A ver si os suscita algún ejemplo para el próximo taller.